Harlem recupera una colección invaluable de discos de jazz

Colección de casi mil discos con grabaciones inéditas de actuaciones en directo de grandes iconos del jazz, como Billie Holiday o Ella Fitzgerald, y mantenida en secreto durante cerca de 70 años, se ha convertido en la joya más preciada del Museo Nacional del Jazz de Harlem en Nueva York.

«Tiene un valor incalculable. ¿Se puede poner precio a una estatua de un faraón de la que sólo existe un ejemplar? No», aseguró a Efe el director del museo, Loren Schoenberg, el responsable de su rescate después de años tras la colección.

Jazz HarlemCon su llegada al barrio de Nueva York donde se gestaron variantes del jazz como el sonido bebop y se pasearon intérpretes como Charlie Parker (1920-1955), Harlem recupera un material básico para conocer la historia de la música nacida a finales del siglo XIX en Luisiana en el seno de las comunidades afroamericanas.

La enigmática recopilación, que comprende más cien horas de música en directo, fue confeccionada entre 1935 y 1941 por el ingeniero de sonido William Savory, quien, aprovechando los recursos técnicos de su trabajo, grabó actuaciones únicas de los grandes nombres de la era dorada del jazz.

La colección de Savory fue durante años una obsesión para el director del Museo Nacional de Jazz de Harlem, quien supo de su existencia en 1980 cuando, trabajando para el clarinetista Benny Goodman (1909-1986), conoció al ingeniero.

Savory mantuvo sus grabaciones escondidas y sólo él pudo disfrutar de las actuaciones exclusivas y «jam sessions» que los mejores intérpretes del género musical hicieron en diferentes locales de Estados Unidos.

«Cada día, durante 20 años, le pedí que me dejara escucharla, pero nunca me lo permitió» explicó a Efe el propio Schoenberg, quien aseguró que durante años Savory fue el único afortunado que pudo deleitarse con la música de primeras figuras del jazz como Artie Shaw (1910-2004) o Lionel Hampton (1908- 2002).

Tras la muerte del ingeniero en 2004, Schoenberg, que también es pianista y saxofonista, empezó una intensa búsqueda para contactar con el hijo de Savory, y cumplir, por fin, el deseo que durante tiempo le había negado el propietario de la colección.

El pasado abril Schoenberg consiguió no sólo escuchar parte de los casi mil discos sino que convenció al heredero de Savory, que vive en Chicago (Illinois), para que vendiera la colección al museo neoyorquino.

Para Schoenberg, que durante años creyó que la compilación simplemente contenía algunas grabaciones de Goodman, es difícil elegir una actuación.

Sin embargo, no dudó en calificar de «desgarradora» la interpretación de Billie Holiday (1915-1959) de «Strange Fruit», una canción sobre los linchamientos a los que eran sometidos los afroamericanos en el sur de E.U.

Cantada en directo por la también conocida como «Lady Day», esa pieza -que fue escogida por la revista Time en 1999 como la mejor canción del siglo XX- resulta una melodía «realmente triste», según explicó Schoenberg.

Otra de las «perlas» de la colección es la versión que el saxofonista Coleman Hawkins (1904-1969) hace en 1940 del clásico «Body and Soul», escrito en 1930 e interpretado en otras ocasiones por Ella Fitzgerald, Frank Sinatra y Carly Simon.

El propio Hawkins se había atrevido antes con ella en 1939, aunque en la versión incluida en la colección Savory el saxofonista juega con la melodía durante seis minutos de grabación, toca cinco coros diferentes y sobrepasa en genialidad a la versión anterior.

La libertad de la que disfrutaron los artistas durante esas actuaciones en directo dio como resultado auténticas rarezas, joyas musicales repletas de improvisaciones que difícilmente se pueden encontrar en grabaciones más convencionales.

Las grabaciones de Savory servirán además para reconstruir la historia del jazz, ya que contienen fragmentos únicos de las actuaciones que Cound Basie y Stuff Smith realizaron en 1938 en el Carnival of Swing, en la isla de Randalls (Nueva York), considerado el primer festival dedicado al género al aire libre, y del que hasta ahora se creía que no había sobrevivido evidencia musical alguna.

La colección, que se está sometiendo a un proceso de digitalización que llevará al menos un año, podrá ser disfrutada a partir de septiembre por los amantes del jazz en una serie de veladas musicales que se celebrarán cada jueves y sábado en el museo neoyorquino.

Por el momento, el museo ha colgado en su web los fragmentos de ocho temas de la colección.

Fuente: www.informador.com.mx

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